Ayer cayó una nevada colosal en la zona central del estado de Nueva York... Increíble que un día antes estuviera tan primaveral, tan agradable que hasta fui capaz de esperar a mi hija a la parada del autobús escolar sin gorro y sin bufanda, con una chaqueta mas ligera que la chamarra gruesa que suelo usar en el invierno. De un día a otro vemos como dice el dicho "Febrero loco y Marzo otro poco", solo espero que en Abril no nos caiga otra nevadota como esta.
En fin, que ya estamos hartos del frío, de la nieve, de andar empalmados, no cabe duda que ya queremos primavera.
El año pasado para fines de Marzo, fuimos de visita a la ciudad de Washington, D.C. para ver el festival de los Cerezos. Es toda una dicha para los ojos ver esos arboles con todas esas preciosas flores. Además pudimos visitar muchos lugares y monumentos importantes: Casa Blanca, National Mall, Memorial de Lincoln, Momumento de Washington, Jefferson Pier, National World War II Memorial, etc .
Nos quedamos con unos amigos que viven ahí y para coronar, nos llevaron a un precioso jardín botánico, que fue uno de los lugares favoritos a visitar para mi hija. Tambien ahi tenian arboles de cerezos y de muchos otros y muchisimas flores en todo un recorrido de jardines muy bien pensado.
Tomamos muchas fotos pero una de ellas, a petición de mi pequeña, fue de una linda jardinera de Hadas, que ya tenia muchas flores de jacintos. En verdad que este lugar parecia todo un reino de hadas encantador y bello.
Y de esa foto, la inspiración para la portada de este mes, mes de primavera, aunque aquí de momento no lo parezca. mes de soñar con flores y hadas.
La copa de las hadas
Ruben Dario
¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambre de mariposas?
Quizá.
En sus grutas doradas,
con sus diademas de oro,
allí estaban, como un coro
de reinas, todas las hadas.
Las que tienen prisioneros
a los silfos de la luz,
las que andan con un capuz
salpicado de luceros.
Las que mantos de escarlata
lucen con regio donaire,
y las que hienden el aire
con su varita de plata.
¿Era día o noche?
El astro de la niebla sobre el tul,
florecía en campo azul
como un lirio de alabastro.
Su peplo de oro la incierta
alba ya había tendido.
Era la hora en que en su nido
toda alondra se despierta.
Temblaba el limpio cristal
del rocío de la noche,
y estaba entreabierto el broche
de la flor primaveral.
Y en aquella región que era
de la luz y la fortuna,
cantaban un himno, a una,
ave, aurora y primavera.
Las hadas aquella tropa brillante,
Delia, que he dicho,
por un extraño capricho
fabricaron una copa.
Rara, bella, sin igual,
y tan pura como bella,
pues aún no ha bebido en ella
ninguna boca mortal.
De una azucena gentil
hicieron el cáliz leve,
que era de polvo de nieve
y palidez de marfil.
Y la base fue formada
con un trémulo suspiro,
de reflejos de zafiro
y de luz cristalizada.
La copa hecha se pensó
en qué se pondría en ella
(que es el todo, niña bella,
de lo que te cuento yo).
Una dijo: - La ilusión;
otra dijo: - La belleza;
otra dijo: - La riqueza;
y otra más: - El corazón.
La Reina Mab que es discreta,
dijo a la espléndida tropa:
- Que se ponga en esa copa
la felicidad completa.
Y cuando habló Reina tal,
produjo aplausos y asombros.
Llevaba sobre sus hombros
su soberbio manto real.
Dejó caer la divina
Reina de acento sonoro,
algo como gotas de oro
de una flauta cristalina.
Ya la Reina Mab habló;
cesó su olímpico gesto,
y las hadas tanto han puesto
que la copa se llenó.
Amor, delicia, verdad,
dicha, esplendor y riqueza,
fe, poderío, belleza...
¡Toda la felicidad!...
Y esta copa se guardó
pura, sola, inmaculada.
¿Dónde?
En una isla ignorada.
¿De dónde?
¡Se me olvidó!...
¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambres de mariposas?
Esto nada importa aquí,
pues por decirte escribía
que esta copa, niña mía,
la deseo para ti.
En fin, que ya estamos hartos del frío, de la nieve, de andar empalmados, no cabe duda que ya queremos primavera.
El año pasado para fines de Marzo, fuimos de visita a la ciudad de Washington, D.C. para ver el festival de los Cerezos. Es toda una dicha para los ojos ver esos arboles con todas esas preciosas flores. Además pudimos visitar muchos lugares y monumentos importantes: Casa Blanca, National Mall, Memorial de Lincoln, Momumento de Washington, Jefferson Pier, National World War II Memorial, etc .
Nos quedamos con unos amigos que viven ahí y para coronar, nos llevaron a un precioso jardín botánico, que fue uno de los lugares favoritos a visitar para mi hija. Tambien ahi tenian arboles de cerezos y de muchos otros y muchisimas flores en todo un recorrido de jardines muy bien pensado.
Tomamos muchas fotos pero una de ellas, a petición de mi pequeña, fue de una linda jardinera de Hadas, que ya tenia muchas flores de jacintos. En verdad que este lugar parecia todo un reino de hadas encantador y bello.
Y de esa foto, la inspiración para la portada de este mes, mes de primavera, aunque aquí de momento no lo parezca. mes de soñar con flores y hadas.
La copa de las hadas
Ruben Dario
¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambre de mariposas?
Quizá.
En sus grutas doradas,
con sus diademas de oro,
allí estaban, como un coro
de reinas, todas las hadas.
Las que tienen prisioneros
a los silfos de la luz,
las que andan con un capuz
salpicado de luceros.
Las que mantos de escarlata
lucen con regio donaire,
y las que hienden el aire
con su varita de plata.
¿Era día o noche?
El astro de la niebla sobre el tul,
florecía en campo azul
como un lirio de alabastro.
Su peplo de oro la incierta
alba ya había tendido.
Era la hora en que en su nido
toda alondra se despierta.
Temblaba el limpio cristal
del rocío de la noche,
y estaba entreabierto el broche
de la flor primaveral.
Y en aquella región que era
de la luz y la fortuna,
cantaban un himno, a una,
ave, aurora y primavera.
Las hadas aquella tropa brillante,
Delia, que he dicho,
por un extraño capricho
fabricaron una copa.
Rara, bella, sin igual,
y tan pura como bella,
pues aún no ha bebido en ella
ninguna boca mortal.
De una azucena gentil
hicieron el cáliz leve,
que era de polvo de nieve
y palidez de marfil.
Y la base fue formada
con un trémulo suspiro,
de reflejos de zafiro
y de luz cristalizada.
La copa hecha se pensó
en qué se pondría en ella
(que es el todo, niña bella,
de lo que te cuento yo).
Una dijo: - La ilusión;
otra dijo: - La belleza;
otra dijo: - La riqueza;
y otra más: - El corazón.
La Reina Mab que es discreta,
dijo a la espléndida tropa:
- Que se ponga en esa copa
la felicidad completa.
Y cuando habló Reina tal,
produjo aplausos y asombros.
Llevaba sobre sus hombros
su soberbio manto real.
Dejó caer la divina
Reina de acento sonoro,
algo como gotas de oro
de una flauta cristalina.
Ya la Reina Mab habló;
cesó su olímpico gesto,
y las hadas tanto han puesto
que la copa se llenó.
Amor, delicia, verdad,
dicha, esplendor y riqueza,
fe, poderío, belleza...
¡Toda la felicidad!...
Y esta copa se guardó
pura, sola, inmaculada.
¿Dónde?
En una isla ignorada.
¿De dónde?
¡Se me olvidó!...
¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambres de mariposas?
Esto nada importa aquí,
pues por decirte escribía
que esta copa, niña mía,
la deseo para ti.